viernes, 15 de enero de 2010

PAUL THOMAS ANDERSON, CINEASTA TOTAL



Por Óscar Contreras.-

Paul Thomas Anderson -como Quentin Tarantino, como Richard Linklater, como David Fincher- pertenece a la segunda generación de directores norteamericanos cinéfilos, formados a partir del consumo exorbitante de videos VHS y consolidados en la década del noventa como autores que entendieron la importancia de relacionarse con los grandes estudios porque necesitaban disponer de recursos suficientes para ensayar sus miradas a la vida y al cine. Las películas de Anderson se caracterizan por sus imponentes dimensiones audiovisuales, por ser penetrantes estudios del comportamiento humano en movimiento constante, y porque hablan del amor, el amor en todas sus formas: la necesidad de amor, la búsqueda de amor, la carencia de amor y la capacidad o incapacidad de amar. Muchas veces los personajes de las películas de PTA, dominados por una extraña ola de amnesia o ignorancia, no son conscientes de lo que buscan, de ese amor que persiguen desesperadamente; un amor que a veces es simplemente un deseo feroz de ser aceptado. Y que se expresa en sus cinco notables filmes, Sydney: juego de prostitución y muerte (1996), Boogie Nights (1997), Magnolia (1999), Embriagado de amor (2002) y Petróleo Sangriento (2007) con explícitas referencias al cine del setenta, a Robert Altman en particular, a la cultura pop y a las fuentes seminales de la literatura norteamericana. Nada mal para un muchacho díscolo del sur de California, renuente a los estudios universitarios y con gran espíritu gestor que se vinculó al oficio desde sus bases técnicas, evolucionando hasta convertirse hoy, a los 38 años, en un campeón del llamado “cine total” en el que se encuentra incurso al igual que sus admirados Ophuls, Einsentein, Renoir, Bertolucci, Leone, Coppola, diseñando para ello imágenes más grandes que la vida misma, sonidos y músicas inolvidables así como líneas narrativas y picos dramáticos de probada nobleza. Paul Thomas Anderson ha urdido la mejor película norteamericana de esta década, Petróleo sangriento, y se puede anticipar en él una tendencia a seguir creciendo artísticamente.

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